Bien podría parecer una ingenuidad de los científicos, o simple y llana complicidad, pero lo que sí ha sido frecuente, es que sus consideraciones éticas no son tomadas en cuenta a la hora de realizar inversiones en los programas tecnológicos. La realidad, es que detrás de toda inversión siempre se esconden dos grandes de intereses: los intereses económicos y los intereses bélicos.
Y es así que el desarrollo del programa espacial, regocijaba a los que veían en su éxito el desarrollo de misiles balísticos de alcance intercontinental. Y mientras científicos soñaban con las ficciones de Julio Verne, con alcanzar la luna, uniformados de alto rango se frotaban las manos detrás y se deleitaban con la futura subordinación de sus enemigos.
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